No, es imposible, ya no sale nada.
Tus ojos parecen haberse secado después de que unas cuantas lágrimas cayesen de
ellos. Unas gotas que podrían haber desbordado cualquier río seco. Llevas
demasiado tiempo así, muchos meses en los que tu amiga, la soledad, y
tú sois inseparables. Ella es una buena compañera en situaciones de estrés y
agobio pero cuando se convierte en tu mano derecha, puede llevarte a la más
profunda desesperación. Has recibido muchos golpes en poco
tiempo, golpes duros, suaves… que han ido deteriorándote cada vez más. Tu
escudo y tú habéis aguantado numerosas batallas pero últimamente parece haber
desaparecido dejándote en primera línea, al descubierto.
Recuerdas todos y cada uno de los
momentos pasados, de los vividos con esa persona especial que te lo daba todo a
cambio de nada. Muchos problemas y diversas complicaciones consiguieron
arrancarla de tu vida, separarla de tu camino, alejándola cada vez más. ¿Era
eso acaso una felicidad irreal? ¿Un cuento de hadas o algo por el estilo?
No puedes más, tus músculos ya no
pueden más. Están agarrotados, tensos por tanta presión soportada,
impidiéndote escapar de esa pesadilla real. Necesitas un descanso, un
soplo de aire fresco que parece nunca llegar. Todos tus sueños se desvanecen en
un suspiro, en unas palabras quizá equivocadas y en las lágrimas que,
incesantes, no dejan de caer por tu mejilla. No confías
en nada ni en nadie que no seas tú. Todo se
vuelve extraño, diferente y, sobre
todo, dañino.
Necesitas volver a confiar, volver a
creer en todas y cada una de las cosas que le daban color a tu vida. Escuchar
una voz tranquilizadora que te recoja en sus brazos amables.
Nunca pierdas la esperanza, no
veas extraño lo que te rodea;
en ocasiones
las mejores cosas vienen cuando uno menos las espera.
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